Pero ps nel, putos. Yo no consigo entradas. Ay no, perdón... amiguitos, lo siento mucho pero no es posible.
La cosa estuvo así. Por ahí de principios de octubre, me puse en contacto con uno de los mejores escultores que conozco de Alaska, porque vende herramientas. Así que díjeme "a ver, tengo unos cuantos pesos, me alcanza pa' comprar esto y esto, ya es hora de ponerse en acción". Y pues le escribí y le pedí una cotización de tal y tal y tal y del envío.
Y me dijo "no, pues el envío te lo puedes ahorrar, porque voy para México en dos semanas".
Y yo dije "yaaaaaaaai, me ahorraré 200 dólares de envío"... si no es que más, neta.
Así pues, ya llegó el día en que Aaron (el escultor chingón) llegó. Cuando fui a su hotel por mis herramientas, ¡bolas! Que las había olvidado en "el bar" en el que está trabajando. Y le dije "sin pedos, yo voy por ellas mañanas al bar".
Así quedando, al día siguiente me dirigí a Nuevo León 80 y algo, por ahí del Pata Negra.
Y resultó ser, ni más ni menos, que el Artic Bar. O lo que es lo mismo, lo más cercano a un trabajo decente y honrado podría yo tener (aclaro, aún no tengo, pero se vale soñar).
Mientras me daban el tour por la cámara de refrigeración, que era propiamente el Ice Bar (no todo el bar es de hielo, sólo esa cámara refrigerada, pero supongo que eso ya lo sabían, porque me lee pura gente chic e informada... ah bueno y el anónimo ese).
En eso llegó uno de los socios del bar, un argentino de no muy malos bigotes que se llama Blas. Pero pues chale los argentinos ya no están de moda y además qué, yo sigo brokenhearted... ajá... en fin, que Aaron me presenta con él y le dice "ella también es escultora". Y Blas "ah, sos escultora... y vivís en México, oshe ¿no querés venir mañana y hacés algo en la cámara?"
Y yo no me vine ahí y di tres maromas con doble salto mortal, porque eso no es de niñas bien y pues aunque yo no sea niña bien eso Blas no lo sabía. Así que acepté y a pesar de que la mañana siguiente tenía una entrevista de trabajo, igual me lancé tempranito a la entrevista y llegué puntual a trabajar al Artic.
No es por nada, estuvo bien chicles. No hice mucho realmente, pero lo que hice me dejó satisfecha y adolorida, pero sobre todo muy contenta por tomar las herramientas nuevamente. Estrenar la motosierra, el rectificador y mis buriles nuevecititititos (bueno, nomás usé uno, pero ya me verán el 28, usaré los otros).
Además de trabajar ahí, fui invitada a la fiesta del día siguiente, patrocinada por mi nuevo vicio, Marlboro Black Freeze. Así, disfruté de una noche bastante divertida, fumando y bebiendo de gratis (no hay nada más rico que eso... bueno comer de gratis, pero ahí sí me tocó apoquinar).
Y bueno ya... ¡FOTOS!
Aquí la Fokiu (yeah, you!), minutos antes de ponerla sobre su iceberg y colocarle su pelotita en la nariz.
Aquí ya el producto terminado. Iceberg, Fokiu y pelotita. La pelotita fue un trabajo grupal, Aaron nos enseñó cómo hacerla y entre todos la hicimos. Quedó chiclita.
La barra ya terminada. Olvidé tomarle fotito a los shot glasses de hielo.
La chimenea, que es como un señor bargón y la salita, con Igor muriéndose de frío.
El Oso, que hizo Aaron de ocho bloques (así es, ocho bloquecitos mexicanos). Y pedacito del iceberg de la Fokiu.
El evento principal de esa noche fue Aaron, esculpiendo al vaquero de Marlboro. Lo cagado es que se aventó más tiempo haciendo al vaquerouuu que al oso, pero es poca madre verlo trabajar.
Pinches fotos oscuras, pero en esta afortunadamente alcancé un glimpse del flash de otro fotógrafo y salió mejorcita.
Conocí a dos escultores mexicanos, Pablo e Iván, muy agradables y simpáticos, más Iván, porque es cero pretencioso (a diferencia de mí, jojojojojo), bien sencillo y se nota que le gusta muchísimo y que aún así sabe que le falta mucho por aprender, como a todos nosotros los changuitos bananeros que queremos esculpir en hielo.
El evento principal de esa noche fue Aaron, esculpiendo al vaquero de Marlboro. Lo cagado es que se aventó más tiempo haciendo al vaquerouuu que al oso, pero es poca madre verlo trabajar.
Pinches fotos oscuras, pero en esta afortunadamente alcancé un glimpse del flash de otro fotógrafo y salió mejorcita.
Conocí a dos escultores mexicanos, Pablo e Iván, muy agradables y simpáticos, más Iván, porque es cero pretencioso (a diferencia de mí, jojojojojo), bien sencillo y se nota que le gusta muchísimo y que aún así sabe que le falta mucho por aprender, como a todos nosotros los changuitos bananeros que queremos esculpir en hielo.
Al final de la noche, nos fuimos en bola a cenar tacos, porque según Aaron, El Califa es el mejor lugar para tacos al pastor. Ooooh, gringos... pero bueno, sí estuvieron sabrosones.
Y yo me la pasé... bueno, hace mucho que no me la pasaba tan bien, a pesar que durante tres días no pude cerrar el puño por el Carpel Tunnel, pero FEEEELIZ.
A ver qué pedro con el Perrito Fest, que haré un letrero en hielo... espero salga OK.