Hay temas de los que no se platican tan fácil, pero el post de Plaqueta en Recolectivo, me movió las memorias en mi cabeza. Iba a ponerlo como comment, pero luego los hago súper largos y mejor ahora decidí postearlo en mi propio blo'.
Y bueno, yo mentí durante mucho tiempo sobre mi entrada al mundo del sexo coital Es hora que diga la verdad. La historia que contaba entonces, cuando era importante y todo mundo se quería enterar de tu primera vez, era bien diferente a la verdadera. Lo curioso es que ahora, no importa tanto la primera vez, sino la última. Cuándo fue, con quién, dónde. Ash, pero me desvié del tema.
Mi falsa primera vez ocurrió un 13 de enero de 1998, cuando yo tenía 15 años y aún los sentía nuevecitos. 15 años, cuatro meses. Yo ya no tenía mi súper mata hippiosa, pues en diciembre había pasado por un cambio raro, loco... súper preparatoriano. Entonces tenía yo la mata corta, decolorada y bien andrógina yo.
Mi falso desquinte había sido en el carro de mi entonces novio Emmanuel*, en la calle de Coconetla, afuera de la escuela primaria que hay ahí; mientras fajábamos yo me senté sobre él y ¡plop! así de la nada, perdía mi oooh tan linda virginidaaaa'. Cero romance, sólo volteaba a ver y decía "bueno, ps ya pasó".
Eso nunca pasó. Digo, el faje sí pasó. Era cosa que pasaba muy seguido. Una vez, hasta el faje fue doble y en otra ocasión hubo sexo oral, pero nunca me rasgaron la vestidura en ese carro.
La historia verdadera fue la siguiente:
Corría el año de 1998, pero a decir verdad viví tanto tiempo con la historia falsa, que no recuerdo cuándo fue la verdadera. Debió ser por julio, agosto, porque yo pintaba mi recámara durante las vacaciones. Me llamó mi canchanchán y me dijo que si quería ir a su casa, sus papás no estaban. Y cómo me gustaba ir a su casa. Nos aventábamos unos épicos fajes en la sala, que yo salía apestando a Polo. Mi mamá me olía y yo sólo le decía que nos abrazábamos muy fuerte mientras veíamos la tele. Ajá.
Así que ahí te voy. No estaban ni los papás ni los hermanos, cosa rara, porque siempre había por lo menos un hermano al que mandábamos a las maquinitas mientras hacíamos nuestras cositas. Así que no había nadie, salvo tres albañiles, razón por la cual Emma se había quedado, cuidando el fuerte, y su familia se había ido a dominguear. Porque creo que era domingo. O sábado.
Fue rarísimo. En primera porque, pues era mi primera vez. Y aunque sabía muy bien lo que era un orgasmo, no sabía lo que sería el dolor de la penetración. Decidí jugar a la novia sexy, la experimentada. Aunque realmente yo no sabía nada de sexo, salvo las indiscreciones que Bárbara nos contaba que hacía con su novio. "Vamos al baño" me pidió Emma, "ahí no nos ven los albañiles". Y yo ¿quéeeeeeeeeeeeeeeee? O sea, quería hacerlo con los albañiles todavía en la casa. ¡Qué locura! "Ok" respondí, sin pensarlo dos veces. Digo, qué pena con los albañiles, pero pues más pena que este wey fuera decir, ay qué vieja tan amarrada, ahora que podemos, no quiere por pura pena con unos weyes que ni la van a volver a ver.
El baño de la casa de Emma era súper kitsch. Con repisas de vidrio, tapetito peludo junto al excusado y, lo mejor, el cancel de la regadera, tenía una sirena con las lolas al aire, unas chichotas de pezones negros, porque pues estamos en México y la sirena tenía el pelo negro, entonces era lógico que tuviera unos pezonsotes negros negros.
Me senté en el lavabo (sí, en ese tiempo aún podía sentarme en un lavabo sin romperlo) y se acercó Emma a mí. Y ahí empezó lo peor. Lo que sí recuerdo de esa tarde, era que él se esforzó demasiado en hacerme sentir principiante. No era la primera vez que le quitaba el cinturón, pero por alguna razón, quitárselo todo en vez de sólo desabrocharlo era de principiantes. Cero sexy, terrible. Y así, cada movimiento mío era cero sexy. Rodear su cintura con mis piernas, cero sexy.
Besarle el cuello, cero sexy.
¿Entonces "hacer el amor" no era tan lindo como fajar? Yo estaba bien confundida.
Cuando los albañiles se fueron, yo ya no era virgen anymore. Sólo recuerdo que procuré no hacer ruido, para que nadie se enterara. De hecho, creo que todos los adolescentes de Coyuya crecemos cogiendo en silencio, porque todo lo escucha el vecino. Durante años cogí en silencio, aunque estuviera en otro lado. Hasta llegaron a decirme "¿por qué tan calladita? ¿No te está gustando?" y yo no sabía que decirles, que inconscientemente crecí cogiendo en silencio, para que el vecino no le fuera con el chisme a mi mamá.
Después de esa primera vez, de la que no recuerdo si dolió o si sangró, hubo una segunda en la cama de los papás. Completamente desnuda, con un cuerpo que entonces no tenía estrías ni celulitis, con un miembro que entonces me parecía grande porque básicamente era el único que había visto en mi vida. En la posición del misionero, entre las sábanas de los papás, tapándome la boca con el cobertor. Después de esa segunda, tomé mis cosas y regresé a mi casa, como 4 horas después de haberme ido. Seguí pintando como si nada. Al día siguiente, me dolía la pelvis, me sentía como charra y por fin sabía lo que era ya no ser virgen.
Y la neta, me sentía igual. El cambio vino dos semanas después, cuando por fin encontré a Emma, besando a una enana que tenía que subirse a la banqueta para más o menos alcanzar los labios del que se supone era mi novio. Mi amiga Atziri y yo pasamos junto a ellos, pero yo no quise "armar una escenita", así que nos seguimos de largo, hasta que él dijo "hey". Volteé, con una lágrima a punto de escapar de mi ojito. "¿Me puedes dar la hora?" me dijo con una cruel sonrisa en su cara de ojos orientales.
Qué descaro. Me popeó la cereza, desapareció por dos semanas y cuando por fin lo encuentro, está con una ewok que seguramente provenía del barrio de la Cruz o peor aún, el de Santa Anita. O sea, cero clase. Y durante meses me pregunté por qué lo había hecho. ¿Había sido tan mala yo "en la cama"? Porque éramos novios, así de manita sudada y todo. Así de que cuando jugaban tocho en la calle, ahí estaba yo para echarle porras, junto al resto de las demás novias. Así de que me llevaba a las fiestas de Oyameyo y me servía mi cocacola. Así, de plano. Y de repente, ¡bolas! en la calle, en público, frente al que se atreviera a mirar, ¡pintándome el cuerno!
No recuerdo si el desquinte dolió. Pero recuerdo perfectamente cómo mi corazón se partió en mil cachitos cuando me preguntó la hora. Y así, me rompían el corazón por primera vez. Y así, me sentía bien puta por primera vez.
Y bueno, yo mentí durante mucho tiempo sobre mi entrada al mundo del sexo coital Es hora que diga la verdad. La historia que contaba entonces, cuando era importante y todo mundo se quería enterar de tu primera vez, era bien diferente a la verdadera. Lo curioso es que ahora, no importa tanto la primera vez, sino la última. Cuándo fue, con quién, dónde. Ash, pero me desvié del tema.
Mi falsa primera vez ocurrió un 13 de enero de 1998, cuando yo tenía 15 años y aún los sentía nuevecitos. 15 años, cuatro meses. Yo ya no tenía mi súper mata hippiosa, pues en diciembre había pasado por un cambio raro, loco... súper preparatoriano. Entonces tenía yo la mata corta, decolorada y bien andrógina yo.
Mi falso desquinte había sido en el carro de mi entonces novio Emmanuel*, en la calle de Coconetla, afuera de la escuela primaria que hay ahí; mientras fajábamos yo me senté sobre él y ¡plop! así de la nada, perdía mi oooh tan linda virginidaaaa'. Cero romance, sólo volteaba a ver y decía "bueno, ps ya pasó".
Eso nunca pasó. Digo, el faje sí pasó. Era cosa que pasaba muy seguido. Una vez, hasta el faje fue doble y en otra ocasión hubo sexo oral, pero nunca me rasgaron la vestidura en ese carro.
La historia verdadera fue la siguiente:
Corría el año de 1998, pero a decir verdad viví tanto tiempo con la historia falsa, que no recuerdo cuándo fue la verdadera. Debió ser por julio, agosto, porque yo pintaba mi recámara durante las vacaciones. Me llamó mi canchanchán y me dijo que si quería ir a su casa, sus papás no estaban. Y cómo me gustaba ir a su casa. Nos aventábamos unos épicos fajes en la sala, que yo salía apestando a Polo. Mi mamá me olía y yo sólo le decía que nos abrazábamos muy fuerte mientras veíamos la tele. Ajá.
Así que ahí te voy. No estaban ni los papás ni los hermanos, cosa rara, porque siempre había por lo menos un hermano al que mandábamos a las maquinitas mientras hacíamos nuestras cositas. Así que no había nadie, salvo tres albañiles, razón por la cual Emma se había quedado, cuidando el fuerte, y su familia se había ido a dominguear. Porque creo que era domingo. O sábado.
Fue rarísimo. En primera porque, pues era mi primera vez. Y aunque sabía muy bien lo que era un orgasmo, no sabía lo que sería el dolor de la penetración. Decidí jugar a la novia sexy, la experimentada. Aunque realmente yo no sabía nada de sexo, salvo las indiscreciones que Bárbara nos contaba que hacía con su novio. "Vamos al baño" me pidió Emma, "ahí no nos ven los albañiles". Y yo ¿quéeeeeeeeeeeeeeeee? O sea, quería hacerlo con los albañiles todavía en la casa. ¡Qué locura! "Ok" respondí, sin pensarlo dos veces. Digo, qué pena con los albañiles, pero pues más pena que este wey fuera decir, ay qué vieja tan amarrada, ahora que podemos, no quiere por pura pena con unos weyes que ni la van a volver a ver.
El baño de la casa de Emma era súper kitsch. Con repisas de vidrio, tapetito peludo junto al excusado y, lo mejor, el cancel de la regadera, tenía una sirena con las lolas al aire, unas chichotas de pezones negros, porque pues estamos en México y la sirena tenía el pelo negro, entonces era lógico que tuviera unos pezonsotes negros negros.
Me senté en el lavabo (sí, en ese tiempo aún podía sentarme en un lavabo sin romperlo) y se acercó Emma a mí. Y ahí empezó lo peor. Lo que sí recuerdo de esa tarde, era que él se esforzó demasiado en hacerme sentir principiante. No era la primera vez que le quitaba el cinturón, pero por alguna razón, quitárselo todo en vez de sólo desabrocharlo era de principiantes. Cero sexy, terrible. Y así, cada movimiento mío era cero sexy. Rodear su cintura con mis piernas, cero sexy.
Besarle el cuello, cero sexy.
¿Entonces "hacer el amor" no era tan lindo como fajar? Yo estaba bien confundida.
Cuando los albañiles se fueron, yo ya no era virgen anymore. Sólo recuerdo que procuré no hacer ruido, para que nadie se enterara. De hecho, creo que todos los adolescentes de Coyuya crecemos cogiendo en silencio, porque todo lo escucha el vecino. Durante años cogí en silencio, aunque estuviera en otro lado. Hasta llegaron a decirme "¿por qué tan calladita? ¿No te está gustando?" y yo no sabía que decirles, que inconscientemente crecí cogiendo en silencio, para que el vecino no le fuera con el chisme a mi mamá.
Después de esa primera vez, de la que no recuerdo si dolió o si sangró, hubo una segunda en la cama de los papás. Completamente desnuda, con un cuerpo que entonces no tenía estrías ni celulitis, con un miembro que entonces me parecía grande porque básicamente era el único que había visto en mi vida. En la posición del misionero, entre las sábanas de los papás, tapándome la boca con el cobertor. Después de esa segunda, tomé mis cosas y regresé a mi casa, como 4 horas después de haberme ido. Seguí pintando como si nada. Al día siguiente, me dolía la pelvis, me sentía como charra y por fin sabía lo que era ya no ser virgen.
Y la neta, me sentía igual. El cambio vino dos semanas después, cuando por fin encontré a Emma, besando a una enana que tenía que subirse a la banqueta para más o menos alcanzar los labios del que se supone era mi novio. Mi amiga Atziri y yo pasamos junto a ellos, pero yo no quise "armar una escenita", así que nos seguimos de largo, hasta que él dijo "hey". Volteé, con una lágrima a punto de escapar de mi ojito. "¿Me puedes dar la hora?" me dijo con una cruel sonrisa en su cara de ojos orientales.
Qué descaro. Me popeó la cereza, desapareció por dos semanas y cuando por fin lo encuentro, está con una ewok que seguramente provenía del barrio de la Cruz o peor aún, el de Santa Anita. O sea, cero clase. Y durante meses me pregunté por qué lo había hecho. ¿Había sido tan mala yo "en la cama"? Porque éramos novios, así de manita sudada y todo. Así de que cuando jugaban tocho en la calle, ahí estaba yo para echarle porras, junto al resto de las demás novias. Así de que me llevaba a las fiestas de Oyameyo y me servía mi cocacola. Así, de plano. Y de repente, ¡bolas! en la calle, en público, frente al que se atreviera a mirar, ¡pintándome el cuerno!
No recuerdo si el desquinte dolió. Pero recuerdo perfectamente cómo mi corazón se partió en mil cachitos cuando me preguntó la hora. Y así, me rompían el corazón por primera vez. Y así, me sentía bien puta por primera vez.
2 comments:
Buuuuuuuuaaa!!!
Casi me haces llorar, creo que la primera vez no es woow!!!
No conozco a nadie que diga que su primera vez haya sido la mejor de la vida!
cierto cierto la primera vez no es lo mas grandioso del planeta jajaja ni con la persona mas especial y unica del mundo!!!
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