Monday, September 21, 2009

¿Quién demonios es Tamara?


¿Artista?
¿Femme fatale?
¿Actriz de cine?
¿Socialité?
¿Polaca, parisina, mexicana?

Tamara, cuya leyenda tal vez no hubiera sido la misma si hubiera conservado su nombre de María Górska, vio a Tadeusz Lempicki y decidió determinantemente que se casaría con él.

Tamara era tan voluntariosa, que cuando los bolcheviques encarcelaron a Tadeusz, ella logró liberarlo con la ayuda de Suiza, después de varias semanas de buscarlo. Juntos, huyeron a París.

Tadeusz demostró ser mal marido, pero buen semental y con su colaboración, Tamara dio a luz a Kizette, quien junto a la Bella Rafaela, sería una de sus modelos recurrentes.

Y entonces, vinieron los reflectores. Tamara impresionó a la aristocracia y burguesía por igual. Todos querían un retrato hecho por ella. Su novedoso estilo limpio, sensual y elegante, tan art déco y tan suyo, tomó por sorpresa a la sociedad europea. Fue calificada de perversa, incluso artificial, pero siempre genuina.


Tamara no tenía ataduras. De ningún tipo. Cansada de Tadeusz, buscó el placer en todos lados, hombres y mujeres, rostros anónimos e incluso nombres reconocidos, entre socialités y artistas. Su esposo se hartó y la dejó. Y no fue el único que se sintió abandonada. Incluso su bella hija, su musa, fue abandonada al cuidado de su abuela.


Tamara incluso escaló de ser de familia acaudalada, a de hecho obtener un título nobiliario, al casarse con el Barón Raoul Kuffner. Con él vivió en Estados Unidos, de donde cultivó su fabuloso estilo hollywoodense, el garbo y elegancia de las actrices del cine de esa época. A la fecha, ya había demostrado ser una mujer fuerte e independiente, ¿por qué no seguir haciéndolo, con estilo?


Pero el brillo se opaca. Tamara lo hizo por un tiempo y casi al final de su vida, resurgió su antigua gloria, cuando una nueva generación de artistas se interesó en su obra. Así, Tamara tiene su segundo aire y despunta como la maravillosa pintora e ícono de una época que fue.


Tamara lo fue todo. Preguntarse qué o quién fue sería limitarla. Si ella no se limitó en vida, ¿por qué habríamos de hacerlo nosotros? Pintora, noble, mujer, amante, madre...

Tamara de Lempicka.

2 comments:

MAAG said...

Eso es buen gusto y no pedazos. Por cierto, sus cenizas quedaron en México (como la propia artista lo requirió). Y esa enguantada güereja esmeralda tiene desde hace algunos años un lugar especial en las paredes que me rodean. Y así se ha de quedar.
Saludos muchos,
MAAG

P. Brux from Hell said...

En el mismísimo volcán Popocatépetl, que desde entonces seguro envió tantito de ella a la ciudad en las tan sonadas lluvias de cenizas.

La Lempicka tiene un lugar especial en mi corazón, en mis paredes aún no.