Tuesday, November 06, 2007

Cuestión de principios.

Este pasado domingo, en respuesta a una petición de mi padre y un llamado de la curiosidad, acepté ir a la Plaza de Toros México, a presenciar la primer corrida de la "Temporada Grande". Los que me conocen saben que deep down soy una carnívora "consciente", es decir: como carne, pero no estoy a favor del maltrato animal. Estoy a favor de la experimentación médica en animales, pero no de la cosmética. Amo a las cositas peluditas, preciosas de cuatro patas que ladran, ronronean (y uno que otro bípedo peludito que gruñe, ji ji), pero ODIO los insectos y no dudo en pisotearlos o en todo caso, comérmelos.


Sí, pueden decirme hipócrita, poco comprometida, desinformada, bipartita o que verdaderamente no soy consciente. Y qué. Si fuera de verdad comprometida, pesaría 20 kilos menos, tendría un novio de años y seguiría trabajando en somewhere else... el caso es que me considero animal lover e ir a la plaza es una falta increíble en contra de mis principios.

El argumento de mi padre era que a partir del primer "ole!" comenzaría a sentir el frenesí de la fiesta brava, esa cosa que hace que tantas personas la amen. Porque es obvio y evidente que a NADIE le gusta que maten a los toros, porque son hermosos, enormes, negros, con luceros, astados... como sea, el punto es que pude ver con mis propios ojos todo aquello que condeno. Sí, condeno. Aun. Les contaré:


Como me lo vendió mi jefe fue así: "debes conocer el glamour y la belleza de la fiesta antes de juzgarla". Y tenía razón. Yo no juzgaba una simple matanza de animales, juzgaba una "fiesta", sin haber asistido nunca. Es como los que dicen que mis fiestas son de hueva, cuando NUNCA han venido.

Así pues, al escuchar glamour, decidí una moda sencilla, pero exquisita. Tomando en cuenta que haría frío por la tarde/noche, usé sueter sobre la playera, mi nuevo sueter negro de "nunca me verán sin él" que tanto me gusta. Me recogí el pelo porque planeaba comprarme mi boina afuera.
Me brincaré la parte previa a la llegada a la plaza. Llegando a la Plaza, te esperan las calles cerradas y la gente caminando plácida, con un rico sol de otoño. La tarde era propicia para cualquier actividad al aire libre. Cualquiera. Era una tarde HERMOSA.


Entrando a la plaza, había un grupo de protesta, cantando y haciendo mucho ruido. Desafortunadamente parecía que sólo yo los había notado. Me estremecí y me entristecí mucho, pensando lo hipócrita que era yo al cruzar esas puertas para mezclarme con el "enemigo" y ser partícipe de su barbarie.

A mi entrada, me recibió la charanga, la banda que ameniza las corridas con sus pasos dobles y de paso da los cambios de ¿tercio? A una nota de la charanga, todos los presentes gritaron un "¡olé!" que más o menos me estremeció pero no tanto así como me lo pintó mi papá.

Nos dispusimos a tomar nuestros lugares y al atravesar la reja, me encontré con el ruedo... me pareció que estaba más cerca de lo que en verdad era.


4 comments:

Seymus said...

ni gente había, chale, si hubieran repartido los toros hubieras llegado a casa como con dos chamorros y una cabeza

P. Brux from Hell said...

De hecho la foto la tomé AL LLEGAR (ponga atención, cimus). Pero estaba bastante lleno. Casi 5 mil ojos me miraban reprobatoria y sospechosamente. En el siguiente capítulo lo notarás.

Cookie said...

Sólo puedo decir...
YO ESTOY EN CONTRA DE LAS CORRIDAS DE TOROS!!!!

Cheyo Pimienta said...

Buen post bruja, muy honesto.