Wednesday, March 19, 2008

Crecer en los 80's y no morir en el intento.

Pues mis ruegos fueron escuchados: algo me subió el ánimo hoy.
Lurkeaba por las cálidas aguas de los Interneis y entré a uno de mis blogs favoritos, a pesar de que se actualiza muy de vez en cuando: Neostalgia.

Postearon una bella presentación de Powerpoint disfrazada de video de Youtube, que neto me sacó las sonrisas y luego las lágrimas:



Me recordó por qué amo tanto mi colonia: porque sigue casi igualita que hace 25 años, los que llevo viviendo aquí. Acaso hoy es rara la casa que no tiene reja, pero antes casi todas tenían la misma reja (creo que mi casa es la única que conserva la reja original). Acaso hoy hay más carros que antes, pero la bronca no es cuando transitan, sino cuando están estacionados en doble fila. Acaso hay menos perros que antes, pero los gatos comienzan a tomar el territorio que segurito era de ellos desde el principio de las eras.

Coyuya sigue teniendo sus tres parquecitos en forma de rebanada de pizza, el de Venacho, siempre abierto, el de Yautepemes, siempre enrejado y verde bonito y el de Zumate, siempre seco y con alambre de puas.

Ya no está el árbol de higos al que me subía cuando jugábamos escondidillas, pero como sea ya no podría esconderme ahí porque 1.- la casa de ese árbol ya tiene reja y 2.- tengo como 60 kilos de más que cuando era niña.

Beto, mi mejor amigo/novio/marido, tampoco está aquí, viviendo en la casa justo frente a la mía. Cuando se fue, ya no nos hablábamos, porque un día me pidió ser su novia en serio (éramos "novios" desde los cuatro años e incluso hubo ceremonia de matrimonio, con velo, anillo y padrinos) y a los 20 minutos me dejó sentada en las escaleras de mi casa, viéndolo irse en una camioneta, sin haber esperado mi respuesta.

Anilú, mi vecina de al lado, sigue aquí. No vive con sus papás, pero pasa todo su tiempo con ellos. Pero ahora es orgullosa (¿?) madre de dos criaturas chillonas, aunque bonitas. Pero MUY chillonas. Son parte muy grande de mi neurosis. Escuchar escuincles chillones a todas horas del día no ayuda a tener un mejor caracter.

Mi papá ya no tiene el Datsun azul que me gustaba tanto, porque cuando viajábamos a Acapulco, mi hermana y yo abatíamos el asiento trasero y teníamos una enorme cama, en la que pasábamos las 8 horas que duraba entonces el viaje en carretera. Ahora tiene un Tsuru dorado, con cajuela independiente. Sin asiento abatible.

La abuelita del moco verde sigue viviendo en su casa en la esquina de la calle de Venacho y Tlacoxpango, pero ya no vamos a tocarle el timbre para luego echarnos a correr y escuchar sus gritos de "¡chamacos ociosooooooooooos, nomás que los agarre los acuso con su mamá!".

A propósito de eso, ahora que me acusen con mi mamá no es lo peor que me puede pasar. De hecho, los vecinos de al lado, los papás de Anilú y sus Chillaluces, son tan chismosos, que cuando mi mamá se va de viaje, a su regreso le dan santo y seña de lo que hice en su ausencia. Que si vino un chavo con tal carro, que si vino otro con otro carro, que si vinieron los dos, que si hubo orgía y hasta que si no. Bah.

Hoy mis papás ya no viven en la misma casa, mi papá ahora tiene su departamento a 10 minutos de aquí, a 5 de la casa de mi abuela. Ya no vamos a la 3ra. sección de Chapultepec con nuestro perro Piti, a asar carne y manzanas, ni salgo a patinar con Evelin, Megumi, Beto y Anilú.

Tampoco voy a jugar Street Fighter a las maquinitas del Scar Face, aunque el célebre señor aun siga atendiendo la tienda de Oyameyo. La farmacia de Coyuya ya no existe, ni la bonetería La Miniatura. El Minisuper Elvis sigue donde siempre, aunque ahora ya no puedes circular dentro de él, ya no es autoservicio. Y las paletas de arroz de Venacho tampoco están, su creadora murió y se llevó la receta con ella.

Con todos los cambios y los extras, con todas las cosas que hacen falta, principalmente lo que desapareció fue mi generación. La entrada a la secundaria y la llegada de las hormonas nos separó, nos llevó a caminos diferentes. Mi primera vez fue con un vecino, por supuesto. Mi segunda también, pero fue un vecino de la lejana calle de Yautepemes, a la que para ir, debía pedir permiso, al ser una de las calles externas.

Justo antier vi a Emmanuel, el príncipe del castillo terracota (su nombre código entre mi entonces amiga Atziry y yo) que me popeó la cereza. Ahora es un hombre gordo con peinado ridículo. Su papá y él compartían los rasgos orientales que tanto me gustaban de ambos, pero ahora sus ojos se pierden tanto por su pequeño tamaño como por sus enormes cachetes. Y usa playeras de mamado, lo que realza la barriga de papá dominguero panbolero. Y Jair, mi segunda opción, sigue igual de guapo y gordito, con sus ojos claros y su lenguaje verdulero. Pero casado también, y cargando las bolsas de Liverpool de su mujer.


Neostalgia siempre me lleva a esos tiempos, en que las Pizzerolas eran una opción aparte, no eran una variante de Doritos. Cuando la Coca Cola venía siempre en envases de vidrio, a menos que fuera el tamaño familiar, el fabuloso Zepelin que entre mi papá y yo podíamos acabar.

Me hace recordar las posadas que desde el 15 hasta el 23 nos hacían ansiar las noches, para romper las mil ocho mil piñatas que ponían entre todos los vecinos. Una vez llegamos a romper hasta 10 piñatas una noche, tres de ellas de dulces, una de dulces importados (puesta por los vecinos nuevos ricos). Y ningún papá se metía a la hora de aventarse por los dulces, porque éramos niños tan bien portaditos, que no arañábamos ni arrebatábamos. Nos aventábamos, sí, pero lo que quedara abajo de tí y a tu alcance, era tuyo, lo demás no importaba.

Leer neostalgia, me lleva al tiempo en que salir a pedir dulces era padre porque éramos puros niños de Coyuya, bien disfrazaditos y limpiecitos, educados y corteses a la hora de pedir los dulces, al estilo americano: dulce o travesura; si no había dulce, nos organizábamos todos para cantar una rima ofensiva pero siempre blanca en contra del ofensor vecino.

Los niños de los barrios aledaños de La Cruz y Santa Anita aun no se aventuraban a las doradas calles del fraccionamiento "bien", con sus pobres disfraces de tres pesos o sus playeras embarradas de pintura roja simulando sangre. Antes hasta Scarface daba bolsas enteras de dulces, porque antes éramos acaso 50 or so niños pidiendo dulces, siempre en un orden casi militar. No éramos las mareas de niños olorosos y ya bastante peluditos, acompañados de sus mamás algunos y otros de sus pésimas actitudes, que invaden ahora las calles de nombres extraños de mi colonia, durante cuatro días, no dos como era nuestra sana costumbre (gracias, mamá por ti poseo una sonrisa hermosa y casi blanca).

Sí, tuve una infancia "bien padre". A pesar de ser burra, tener una hermana abusiva y no tener Zaz. Tuve patines en línea al mismo tiempo que mis amiguitos, tuve bici siempre, aunque en una ocasión fue la bici de mi hermana cuando ella ya no la quiso. Tuve perro y tuve tantos gatos que ya hasta he olvidado algunos nombres. Fui feliz.

Por eso también me duele querer vivir en otro lado. Pero los recuerdos siguen aquí, justo como nuestras medidas de crecimiento en el marco de la puerta de la recámara de mi mamá. Y sé que siempre que tenga que regresar, regresaré al mismo lugar. A Coyuya, a sus calles llenas de pájaros, a sus vecinos chismosos y sus miles de gatos huraños. A la comida de mi mami y al pan de avena de mi tía, que vive a una cuadra de mi casa.

2 comments:

Anonymous said...

Lo más importante es seguir dando lata. Bien que sabes. ¡Qué va!

Turko said...

Hola, llegué a tu blog por los links de esa presentación de Powerpoint disfrazada de vídeo de Youtube. :P

Yo la hice, y de hecho yo posteé esa entrada en Neostalgia. Y es que no pude resistirme, a mi también me provocó alegría, nostalgia y al final algunas lagrimas. De verdad me da mucho gusto que alguien se identifique con esas anécdotas del vídeo, yo soy un nostálgico de esas épocas, y son muchas las cosas que podemos recordar.

Por cierto, espero que tu nos ayudes a aclarar cuales eran aquellos panecillos "flippys" si es que los recuerdas. jeje

Saludos desde B.C. México, y agregué tu blog a mi Google reader para leerte. :)