Tuesday, March 18, 2008

- Se fue dos semanas a LA Última Frontera y durante los dos primeros días de su travesía nos mantuvo informados, pero ahora nada, no sabemos nada -seguramente ustedes se estarán diciendo esto, mis queridos lectores.

Pero pongamos las cosas en claro. No es que no tenga nada qué decir. Wow, son tantas las cosas, las experiencias, las anécdotas, las fotografías. De verdad, esas dos semanas en Alaska han sido de lo mejorcito de mi vida, con todo y que tuve que lidiar con el cavernícola.

Pero si les cuento, de verdad voy a llorar. Extraño mucho Alaska. Extraño a la gente que conocí allá. Sé que a muchos no los vería aunque me hubiera quedado, como Jared, los rusos, Steve... pero extraño la vida cotidiana también. Extraño las caminatas por el parque, extraño el sonido de las motosierras. Extraño ver mi aliento frente a mí como algo normal. Extraño fumar en el porche.

Llegué a México sin avisarle a nadie, por eso les ofrezco una disculpa. Pero igual me siento muerta. Me siento extraña aquí, de verdad como que ya no pertenezco. No me malinterpreten, extrañaba a mis papás, pero no extrañaba mi casa, no extrañaba manejar mi carro, ni la comida y sólo podía pensar "no mames, si mi mamá estuviera aquí, qué chingón esto le gustaría un chingo a Sami, qué divertido si tan sólo Jess estuviera conmigo" Sé que algunos de ustedes también me extrañaban, porque además de estar siempre al pendiente, les alegró que estuviera de vuelta. Eso lo aprecio mucho, de verdad. Pero no extrañaba mi cotidianeidad aquí. Extraño despertarme tempranito y caminar al parque, llegar y colgar mi chamarra y mi gorro en el perchero, prepararme mi café con chocolate, partir en dos mi rol de canela y esconder la otra mitad para más tarde.

Extraño el Taco King, ese rinconcito "con sabor a México". Carajo extraño más eso que estar en el mismísimo México. No sé qué me pasa, sólo sé que quiero volver, aunque sea un pueblito sin mucha vida, aunque no haya tantas opciones para comer o salir a tomar una copa. Aunque no haya tantos museos y hermosas calles como las del Centro Histórico. Quiero volver y quedarme allá más que dos semanas. Subirme al Riverside Boat, regresar a Chena Hot Springs, al Museo del Norte.

Extraño la nieve, los cuervos, extraño a Stacey y sólo pienso en lo que necesito hacer para volver. Aunque sé que pasará un año para que regrese, desde este momento ya estoy planeando mi regreso y mi permanencia. Porque nunca me había sentido así por ningún otro lado en la tierra. Por gente sí, como cuando quise irme a Guadalajara. Pero jamás por un lugar en su totalidad.

Tal vez la próxima semana esté de un mejor humor. La verdad es que lo espero, porque la tristeza y la nostalgia ahorita son dolorosas. Más que el dolor físico que insiste en quedarse y que no sentía cuando usaba una motosierra o un rectificador. Y me siento peor al descubrir que prefiero estar allá que aquí con mi familia y mis amigos. Me gustaría sacarme a Alaska de mi sistema, pero sé que sólo podré hacerlo al regresar y conocerla en su totalidad. Por lo mientras, por favor les pido paciencia conmigo. No es que no los quiera a algunos, los quiero muchísimo, pero... nunca había deseado algo tanto como el irme a Alaska.


2 comments:

Unknown said...

Sí, más o menos ya sé lo que se siente... y creo que te entiendo.

Lilo said...

No conozco Alaska, pero tan sólo por como la describes, y los sentimientos que tu viaje trajo consigo me dan ganas de conocerla.

Será la Euforia de un país tan singular y nuevo? serán las personas y amigos que conociste?? No lo sé...

Sólo se que ya te queriamos de regreso .

Un abrazo Brux¡