Imaginen por un momento: son una gran familia feliz. Papá, mamá, seis hermanos y tú. Viven en una hermosa región alpina, en un país rico e independiente.
De pronto, te llega la pubertad y, con ello, pelos, senos, ojos pispiretos y todas esas armas que la naturaleza nos da para conseguir pareja y reproducirnos. Eso pasa aproximadamente a los 11 ó 12 años.
Cuando sucede, tu padre comienza a comportarse extraño contigo. Es más cariñoso que de costumbre, te toca en partes que no había tocado antes, su mirada es incómoda, lo mismo que sus palabras. Tiempo después, se torna violento y te obliga a hacer cosas que tú no quieres hacer.
Así pasan muchos años y un día, cuando tienes ya 18 años, despiertas esposada a una cama, toda aturdida y desorientada. No sabes dónde estás. Lo único familiar que ves es a tu padre, dispuesto a abusar de ti como lo ha hecho los últimos 7 años.
Gritas, lloras, pataleas... pero nadie te oye. Porque estás 60 metros bajo tierra, en un búnker / calabozo.
Suena bien irreal, ¿verdad? Suena loco, eseeee.
Puts, pero estas son las cosas que me hacen mover la cabeza de un lado a otro, pensando "no es posible". No, esto no es un cuento de ficción que me inventé. Esto le pasó a una chica austriaca. Elisabeth Fritzl, quien durante más de 30 años sufrió el abuso de SU PROPIO PADRE, no sólo estuvo encerrada en el calabozo bajo la casa familiar en Baja Austria, sino que además dio a luz siete hijos producto del incesto, uno de los cuales murió poco después de nacer y fue quemado por el padre/abuelo en la caldera de calefacción.
Otros tres hijos fueron integrados con toda normalidad a la familia, como nietos. Supuestamente, Rosemarie y Josef encontraron a dos niñas de 9 y 10 meses, respectivamente y a un niño de 15, abandonados en la casa de los Josef, por Elisabeth.
Los otros tres sufrieron la misma suerte que su madre: encerrados toda su vida, sin ver la luz del sol. Afortunada, o desafortunadamente, Kerstin, de 19 años, tuvo que ser hospitalizada de emergencia, debido a lo que los doctores llaman una enfermedad genética degenerativa, resultado del incesto.
Sus otros dos hermanos cautivos, de 18 y cinco años, fueron liberados, después de que el padre/verdugo/abuelo/hijo de puta fue detenido en las cercanías de la clínica donde atendían a Kerstin.
Josef Fritzl se las había arreglado de tal manera, que su esposa Rosemarie nunca sospechó nada, en 24 años que duró el cautiverio de Elisabeth y sus hijos. El grandísimo cabrón entregóa las autoridades una carta donde supuestamente Elisabeth les avisaba que se había unido a una secta y les rogaba no buscarla. La policía nunca investigó el asunto.
Elisabeth declaró a la policía, pero en un estado de perturbación profunda y pésima condición física... y con sólo 42 años, que seguramente para ella se sentían más. Pero por fin, su vida de esclava sexual del cabrón que le dio la vida, terminó. ¿Qué sigue? Futa... no puedo imaginarme. Afortunadamente Josef está encerrado y yo espero que los reos hayan leído las noticias y le den una bienvenida como se la merece.
Grandísimo hijo de puta, digo nuevamente. Y la expresión no basta. De verdad.