Pues así es, como con otras cosas en la vida, el tamaño no es lo que importa. Y justo ayer me tocó uno así chiquito, como ya me han tocado en la vida. Pos resulta que la banderita de la Balbuena traían el coto desde el jueves, pero no invitan... mmmmhhh...
pero resulta que el buen pakito yeyé me llamó ayer como a mediodía para que dejara todo lo que estaba haciendo y los fuera a acompañar a él y a no sé quién más al depa de Rizos en los nostálgicos rumbos de los Pinos. Pero como mis mininos y canito no tenían comida (y yo tampoco me había alimentado aun), acepté la invitación para más tarde.
Para cuando había terminado con mis pendientes, traté de comunicarme con los ya antes mencionados, quienes para gracia del Dios Coto, dormían plácidamente. Me resigné a echar la hueva en casa. Sin embargooooo, al poco tiempo de haberme enfundado en mi ropa de carácter (pantalón de pijama y playera, no underwear), sonó el teléfono: del otro lado la siempre sexy voz de Rizos.
Así emprendí la odisea de volverme a vestir (con toda la hueva, oscorts, pero la chela es la chela), y como todavía no me desmaquillaba ni despeinaba, lo demás se acomodó solito. Pasé por unas familiares a la tienda del frente y emprendí el camino hacia la balbuena garden, a esa esquina donde NO hay una pizzería (debía apostártelo, Rizos, me cae que ganaba).
A los 10 minutos de mi llegada, vi a lo lejos 2 figuras tambaleantes y oscuras acercarse al minisuper del otro lado de la calle. Cláxon *bip *bip chiflido riziano *fuiiiiit, compraron otras chelas, se subieron al Hechizo y vámonos... a una cuadra adelante.
A eso de la media hora de mi llegada, le cayó Chark, con tres rasguños de gato en la rodilla. Él dijo que se había "lesionado" jugando fútbol, pero yo he visto piquetes de mosco más grandes que su rodilla inflamada.
Pa cuando Charbel se fue, no sin antes pasar bajo el rigor de Yeyé y los cojines de la sala, nos montamos nuevamente al Hechizo en busca de otras cheluquis. Digo, los caballeros ya estaban bastante beodos, pero eso no les impidió que me recibieran en su desmadrito por unas horas, bastante divertidas, por cierto. Lo que viene a confirmar, repito, que no hay coto muy grande o muy chiquito, mientras coto sea.
Quise peinarle un mohawk a Rizos, pero ya descubrí de dónde el sobrenombre. Ahí nos andamos dando un "quienvive" en las cuestiones propias del bucle. El rock de Pakito estaba demasiado duro, aunque no tan tupido. ¡¡Seeeeeeesooooossss!! Fui por las chelas, y me quedé por el buen trato. Y aaaamén.
P.D. Iba a poner un video, pero ahí sí se nota qué tan pedos andaban (yo nuuuuuunca pierdo el glamour, pero por ellos, me contengo a subirlo).