Sunday, July 13, 2008

Estoy condenada al fracaso por no tener carro.

De verdad, acá fuera de pedo, tengo la ligera impresión de que lo que la gente apreciaba de mí era mi carro.

Últimamente he visto menos a mis amigos, desde que no tengo carro. ¿Coincidencia? No sé, pero tengo la ligera impresión de que como ya no significo la comodidad de cuatro ruedas, mis amigos han dejado de buscarme.

Eso me da la impresión de que debo buscarme nuevos amigos... ¿o cómo tomo este último mes tan solitario?

Lo mismo con los hombres. Bueno, no lo mismo, ese arroz se cuece aparte.
Pero permítame, lector, establecer el antecedente.

A partir de que me entré a trabajar a Expresión, descubrí que me quedaría poco tiempo de conocer gente. Vaya, que encima de todo siempre salgo con los mismos gatos. Y de esos gatos, pues ni a cuál irle.

Como sea, decidí que otros "medios" eran buenas opciones para intentar. E intenté.

Conocí nuevos gatos, algunos chidos, algunos harto desagradables... sin embargo, hubo dos que me llamaron muchísimo la atención. Y bueno, resultaron un fiasco.

Para no ahondar en detalles, nada funciona. Ni aquel con el que hubo química chida: resultó ser un indeciso que sabe pero no sabe lo que quiere. Que quiere, pero no quiere. Que hace, pero no hace. HUEVA.

El otro: guapo, simpático... tal vez no muy brillante, pero todo porque dejamos la relación a un nivel muy superficial. Bueno... quedarse plantada no es mi decisión de vida, así que... con ese ya no juego.

¿Qué hacer cuando tus opciones parecen agotarse? ¿Perder la fe? ¿Darme por vencida?
No quiero pensar que soy tan terrible que no hay alguien ahí afuera para mí. ¿Debo bajar mis exigencias? ¿Por qué? ¿No me merezco lo que pido? ¿Tengo que contentarme, conformarme? ¡Ni madres! Ya me conformé muchísimo en años pasados. ¿Tengo que cambiar cosas en mí? Eso lo sé, lo intento... pero mientras, ¿me quedo como el chinito? ¿Nomás milando?

Sin amigos, sin pareja... y luego me preguntan que por qué quiero irme a Alaska...