Tuesday, February 03, 2009

La realidad supera a la ficción.

(INCLUYE UPDATE)

Esto sucedió muy cerca de mí. El viernes pasado, la nieta de Lulú, la mejor amiga de mi mamá, desapareció en el camino de la escuela a su casa, en la ciudad de Acapulco.

En la escuela, encontraron la mochila a medio patio, sin señales de la niña alrededor. Inmediatamente, se pensó en un secuestro.

Al mismo tiempo, en una humilde casa, seguramente por el centro o por el malecón, una mamá le daba a su hijo una tarjeta de débito que había tomado de la casa en la que trabaja de sirvienta, una casa no lujosa, pero sí de una familia acomodada. El niño toma la tarjeta, le llama a un amigo suyo y se encamina a una escuela.

Por la tarde, cuando la familia comienza a extrañar a la niña, comienzan a buscarla, descubriendo que no sólo falta ella y la tarjeta de débito, sino también su computadora portátil. La familia aún no ha recibido esa infame llamada pidiendo el rescate, ni estableciendo las reglas, no pasa nada, simplemente saben que la niña de 13 años ha desaparecido en las peores circunstancias, por la manera en que encontraron su mochila abandonada en medio del patio de la escuela.

Un fin de semana entero pasa sin que se sepa nada de la niña. El niño tampoco volvió a su casa el viernes por la noche. Ni el sábado. Sin embargo, el domingo en la noche, la familia recibe una llamada: "les entregaremos a la niña en el Centro Comercial X a las 2:30 pm. Ni un minuto más, ni un minuto menos".

No se pidió rescate, no había nadie más que la niña en el punto de encuentro, no había pistas ni evidencias de un secuestro. Al mismo tiempo, un niño regresaba a su humilde casa, donde tuvo que soportar un regaño severo de parte de su madre.

Bajo la presión de sus padres a que hablara, la niña terminó confesando todo. El hijo de la sirvienta pasó a su escuela y le contó sus planes. Ella, divertida, accedió a jugar. Sin embargo, a la nena terminó por darle miedo o remordimiento y decidieron mejor cancelar todos los planes y volver a sus vidas normales. Además, la tarjeta sólo tenía 200 pesos en la cuenta.

La sirvienta, que sí tuvo vela en el entierro, fue despedida y la niña, que creyó que nada iba a cambiar en su vida, será enviada a vivir a Guadalajara, donde no gozará de los privilegios del teléfono celular, la computadora con internet, ni el dinero que cada domingo le daba su papá.




Esto no es un cuento. Le pasó a la amiga de mi mamá. Y es lo más cerca que he sentido el temor del secuestro. Y es terrible ver a la gente sufrir. Pero fue excelente terminar carcajeándonos de la tragicomedia adolescente que terminó siendo este caso.

Yo, cuando quise salirme de mi casa, lo más lejos que llegué, fue la casa de mi tía, una calle atrás de la mía. Y luego, ya ni razones tenía para irme. ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Por quién?



(Alaska no cuenta. No es que me esté yendo... es que me estoy regresando, más bien.)

* Si bien el hecho es real y los personajes son los mismos, los detalles son producto de mi imaginación. Aunque hoy me dieron una actualización más precisa.

1 comment:

Lilo said...

No maaa... no me quiero imaginar la zozobra y la preocupacion de la familia, pero no manches a quien se le ocurre, estas etapas adolescentes de hoy en día estan cañonas ._.¡

Un saludo Brux¡