Sunday, July 16, 2006

De montes, minas y extrañas formaciones geológicas.

El viernes mis apás juntos ambos dossss me fueron a recoger a la televisora del Ajusco a mi hora de salida. Me gustó que se acordaran de mí y no se fueran nomás de locos ellos solitos. Nos fuimos a "comer un pastel y tomar un café" al Gino's de Insurgentes, pero como yo comí muy temprano ya tenía hambre (raaaaro en mí) y me zampé un delicioso sandwich de pechuga asada. Después de eso, vino el momento que de la copita, questo y quelotro salud y nos seguimos copeando mi papá y yo, lo que derivó, entre otras cosas, a apuestas de arte ganadas por mí, pláticas de familia y organización de un pequeño paseo carretero.

Salvo los pequeños resbalones de siempre, el paseo de pueblo del sábado estuvo reeee bonito. Estos paseos generalmente los hago con mis papás, porque el gusto me viene de mi pa. Él nos inculcó eso de ir y venir cuando quisiéramos, que probáramos y oliéramos cada lugar en el que estemos y esas cosas lindas de viajar.

Ayer fuimos a conocer unos lugares del hermoso estado de Hidalgo... bueno, realmente no sé si todo el estado esté bonito, creo que es la primera vez que voy. No les puedo platicar del viaje en carretera, porque me lo dormí completito. Cuando abrieron mis ojitos, yo ya veía cables y sentía el movimiento característico de un auto en el tráfico. Así que me incorporé y me encontré en un curioso pueblito de subidas, bajadas, callejones y calles empedradas en su mayoría.



Real del Monte no es más que un pueblo minero más. No sé qué produzcan ahí (supongo que plata, porque vi algunas platerías), pero para fines prácticos no investigué porque ni me interesaba. Las tripas me rugían y el propósito de nuestra visita era precisamente desayunar. Nos tomó un tiempo encontrar el restaurante que mi papá andaba buscando específicamente (es tradición de mi padre perderse, hasta en la misma zona conurbada como Los Dínamos), pero después de una caminata por las callecillas, preguntarle a una fritanjera (que extrañamente no tenía nada en su comal, mala fritanjera mala) y tener un roce con la ¿justicia? local, dimos con El Serranillo, restaurante que pintaba para algo mejor que las secas enchiladas suizas que devoré. El pan dulce definitivamente estaba delicioso, sólo eso, porque hasta el chocolate caliente era una farsa de chocolate en polvo (ni hablar de tableta Abuelita, EN POL-VO).

Ya comidos y bebidos, nos enfilamos a San Miguel Regla. Yo no esperaba mucho del viaje, de hecho fui sin emoción, incluso llevaba muuucha hueva. Pero tan sólo me tomo ver la chimenea saliendo del agua para darme cuenta que el viaje prometía mucho más. Y no me equivoqué. Nuestra primera parada fueron los Prismas Basálticos:



Se me cayó la baba de ver algo que ya había visto en las fotos de sitios interesantes. Del que hablo es algo de los gigantes, en Europa, y es una playa. Pero las formaciones rocosas son muy similares. Prismas perfectos, encajando unos con otros. Cascaditas coquetas y fosas de agua verde, llenas imagino, de algo muy verdoso (really!), pero que no era mugre, porque está muy bien cuidado el lugar.



Me daba muchísima risa ver a los incautos ignorantes que, a pesar de las advertencias escritas en carteles, se subían a las piedras, para encontrarse tres segundos después sobre sus necios y analfabetas culos (porque, de qué otra manera iban a ignorar tan severas y numerosas advertencias si no era porque no saben leer).



Después de recorrer el lugar por arriba y por abajo, decidimos buscar más cosas lindas a las cuales tomarles fotos (sí, me he vuelto loca con mi cámara, no me da pena aceptarlo). Nos trepamos al auto buscando el tranvía turístico que vimos cuando llegamos, pero en vez de eso, nos encontramos con una carretera que nos llevaba a un camino de terracería, que nos llevaba a un camino de ¿tepetate? (así lo llamaba mi papá a la piedra de cenzontle), lo que nos llevó a lindos lugares que no llevaban a ningún lado más que a una muerte segura si no te fijabas dónde poner los pies.



Fue una experiencia de verdad hermosa. Hay tantas cosas que no conocemos y que tenemos tan cerca de nosotros. Llegar a Pachuca no tomás más de dos horas y eso ya exagerándole, y estos dos lugares están muy cerca (me refiero a los prismas y a Peña del Aire; Real del Monte no tiene el menor chiste). Ojalá un día pueda volver con mi otra cámara, que se presta más a composición.



Los quiero, espero que hayan pasado un fin de semana tan padre como el mío. Yo al ratón vaquero me voy a ver Superman en 3D con Cesario, Titti y Sebas, en honor al cumple del primero. ¡Abú!




2 comments:

Anonymous said...

¿No fueron a comprar Rompope de sabores?
¡¡es riquísimo!! En San Miguel regla hay un montón de señalamientos que te llevan a una casa donde una familia hace esos ricos rompopes.

Saluditos de una lectora asidua que nunca comenta :P

P. Brux from Hell said...

Shuaaaaa, sí vi los letreros y quería ir a de menos probarlos, pero mis paps no quisieron, buuuuuuuuuu.

Saludos Liz. Y un abrazote.