Wednesday, September 06, 2006

Goodbye, Mr. Anderson

En Diciembre de 2003, emprendí la partida a tierras tapatías para pasar las fiestas con mi entonces familia política. Lo mejor que saqué de ese viaje fue conocer a la bella Tatiana, más bonita por dentro que por fuera, y vaya que es guapa la mujer. Cuando volví, se vino conmigo a pasar el resto del mes acá.

Llegando, nos encontramos con la sorpresa de que había un nuevo refugiado en la cuadra. Un escuálido perro blanco con manchas rubias. En honor a la frase del momento (Tats podrá recordarlo), lo bauticé "Hello, Mr. Anderson". Hello pasó a ser uno más de la familia Papaloaquense, donde nos compartimos la potestad de las mascotas y las obligaciones.

Unos más que otros, claro. Así, Hello pasó de mi potestad completa a la de los Kempes y los Ponchos, quienes comparten escalera. Le compraron collarcito, casa, camita, comida y le rebautizaron con el original nombre de "Güero". Güerito, pa' los cuates. Aunque fue arrancado de mis manos, Güerito/Hello nunca olvidó quién lo salvó de la anorexia, quién le despegó el cuero de las costillas y quién le quitó el miedo a los humanos.

A pesar de que yo ya no era su dueña ni su responsable, siempre nos tuvimos un cariño muy especial y una complicidad que compartíamos con Bisquet. Cada que llegaba a mi casa, soltaba mi tradicional chiflido arriero y el primero en salir corriendo era Hello, con su pasito de galgo y su pinta de jack russell. Nunca mordió ni le ladró a quien no se lo mereciera. De hecho dudo mucho que haya mordido alguna vez.

Cuando Bisquet no estaba cerca, Hello se dejaba acariciar más de lo normal, pues por mucho que lo quisiera, le tenía un temor increíble a mi perro. A veces, éste estaba tan de buenas que podíamos jugar los tres. Bisquet y él eran compadres. En las noches de calor, Bisquet se iba a dormir afuera de la casa de Hello, y dormían prácticamente juntos, separados sólamente por una reja. Bisquet nunca compartió su espacio ni alimento con nadie, pero Hello no tuvo problemas en hacerlo con Bisquet... o no tuvo opción.

A pesar de su naturaleza asustadiza, Hello terminó siendo un perro tramposillo, que provocaba las peleas. Él ladraba y calentaba a mi perro, y luego discretamente lo dejaba sólo en la bronca. Pero con todo, todos queríamos a Hello. Por noble, por agradecido, por tierno e insistente. Porque a pesar de todas las arrastradas que el dio Bisquet, algunas de gravedad, nunca dejó de acercarse a saludar, a pedir una botanita, a pedir una caricia. Nunca dejó de querer a quienes con mucho cariño lo aceptaron y lo adoptaron, a pesar de lo feo y maltratado que llegó.



Y hoy, se fue. Gracias por todo, Güerito/Hello. Te vamos a extrañar.


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