Sunday, January 06, 2008

La triste odisea de la búsqueda de la nieve.

La idea nació hace unos meses, cuando mi amiguita Dinorah comentó sobre ir al Nevado de Toluca con todos los de la primaria. Han de saber que no conozco la nieve, ni tantito. Y por esta declaración habrán descubierto que es día que no he tocado un copito de suave y fresca nieve.

Piu.

Sin embargo, la emoción de conocerla y compartir esto con alguien apasionado en el tema, me llevaron a buscar un cómplice en el crimen. Lo encontré en Hielos, de quien ya han leído anteriormente; aceptó gustoso, siempre y cuando encontráramos un día propicio en nuestras agendas.

Unas cuantas checadas a Google Earth y a las noticias y encontramos un fin de semana que prometía mucha, mucha nieve.

La odisea comenzó la noche del sábado, después de una triste despedida de Alexia, quien alegró un poco mi vida con su visita desde Guanatos. Hielos pasó por mí y fuimos a pernoctar a su casa, evitando así el viaje a la mía por la mañana y la pérdida de valiosas horas de nuestro viaje.

Después de aproximadamente unas 3 horas y media de sueño, Hielos me despertó con un sape y el camino nos llamaba. Cargamos las pilas, el jugo, las cámaras, las chamarras y los guantes y nos dirigimos a recoger a Fernando y Jeannete, conocidos también como Hielitos Jr. y sra. Estando lista toda la comitiva, nos dirigimos a Pachuca, en búsqueda de los extensos campos del Parque del Chico, cubiertos de albina nieve tempranera. Yo había sugerido ir al Nevado de Toluca, pero después de las noticias de un hombre muerto por la nieve en la carretera, Hidalgo sonaba más emocionante.




Lo único que encontramos fue escarcha en el pasto... y charquitos que delataban una nevada que sí existió, mucho antes de que nosotros llegáramos. El clima incluso era benigno, fresco y agradable. Aparcamos un rato en la presa, mientras decidimos nuestro siguiente movimiento: ir al Nevado, en busca de la mítica nieve.

Ni bien habíamos llegado a la Marquesa, cuando levantamos nuestras melancólicas miradas al cielo y descubrimos un Nevado que no le hacía los honores a su nombre. Era más bien una estéril piedra gris en el horizonte, burlándose de nosotros y nuestro largo e infructuoso éxodo.

Decidimos descansar en una cabañita de la Marquesa, donde Hielos, Hielitos y Sra. degustaron las delicias locales, mientras yo rumiaba mi hueva bajo un generoso sol (maldito sol, que derrite la nieve). Ahí se consideró la idea de terminar un triángulo vicioso y viajar al Popo, de menos para ver de lejitos nuestra anhelada nieve.

Pero la decisión fue tomada. Era hora de terminar con la travesía, cabizbajos, sucios y cansados.

Finalmente, nuestra búsqueda por la sagrada nieve sólo nos llevó al encuentro de una GRAN PILA DE MIERDA.

Y justo abajo de mi puerta, gademe.



Lo bueno:

Volver a ver a Hielos después de mucho tiempo.
El jugo de naranjas exprimidas con un exprimidor de limones.
Cri Cri y sus canciones perversas.
Las risas y las pwneadas.
La camioneta de Hielos está bien comodita, me cae.

Lo malo:

No haber encontrado nieve, of course!!
Haber terminado tan cansados a pesar de que ni hicimos nada.


Lo mejor:

Tirar a Hielos sobre OTRA gran pila de mierda... sorry Hielos, pero now you know who's the boss.

En general, la pasé muy bien, gracias Hielos por el roadtrip, la extra cobija (que nunca me llevaste, pero la intención es lo que cuenta) y tomarte tantas molestias para cumplir el capricho de esta Bruja inconforme. Esperemos a que amarre más el frío para volver a intentarlo.

3 comments:

Unknown said...

JAJAJAAJAJAJAJAJAJAJAJAAJAJAJ!!!


Solo a ti te pasa, ¡¡gademe!!.

Lilo said...

Chaaaale...

Esto me hace pensar que yo tampoco he visto la nieve, pero los cakes tamaño familiar si y wakalaaa¡

Que chido que te divertiste Brux¡

Seymus said...

la nieve no existe, no como la imaginas