No cabe duda que el 14 de Febrero es una fecha especial. Creo que lo mamas desde chiquito. Yo sí crecí festejando San Valentín. Y no siempre con el novio (o sea, los novios llegaron mucho después). Mayormente con mi familia, especialmente mi mamá.
Así como el 30 de abril era una buena fecha para organizar algo para los niños de Coyuya, el 14 de Febrero era un buen pretexto para juntar a los amigos que habían dejado de serlo por una bobada y reforzar la amistad de todos.
Así crecimos en Coyuya, celebrando CADA fecha que el calendario nos permitía celebrar. Vaya, que Halloween y Día de Muertos los celebrábamos también, muy aparte.
Pero bueno, 14 de Febrero sí es una fecha especial para mí. Es como Navidad, como Día de la Independencia, como mi cumpleaños. Ya sé que en vísperas de mi cumpleaños no hay vendedores de chucherías por todas las calles, ni los medios nos bombardean con mensajes de "Porque el 27 de Septiembre es especial, compre amor, no lo regale". Ya sé, pero para mí es casi casi la misma gata.
Puedo ser EXTRA cursi o puedo tener detalles extras con mis amigos. Y esperar lo mismo a cambio. Uy y cuando hay novio, ¡agárrenme!
Recuerdo cariñosamente tres años en especial: 1995, 2004 y 2005.
En 1995, las maestras de la Escuela Secundaria María Montessori, se organizaron para llevarnos a festejar a La Feria, Chapultetrepo. Una semana antes, exactamente, yo le había dado el SÍ a César (el primero, mas no el último en mi triste vida), quien un día antes había "cortado" con mi amiga Megumi (si se puede cortar una relación en la que él se acercaba y ella se echaba a correr al baño, una de las razones por las que César y yo terminamos juntos). Por eso, ese día gané un novio y perdí una amiga. Bah... pero luego gané de vuelta a otra amiga... aash, como sea. El caso es que en toda esa semana César y yo andábamos nomás de manita sudada, no hubo besos ni apapachos (ni mucho más, no sean malpensados, yo apenas tenía 12 años, puercos). Total que César y yo anduvimos para todos lados juntitos y en la fila para subirnos al carrusel, me besó. Wow, mi mundo se volvió de otro color. No podía dejar de sonreir y aunque la relación se volvió escabrosa por muchas circunstancias, nunca olvidaré ese 14 de febrero en la Feria.
En 2004, abrí mis ojitos tarde, porque no tuve clases ese día. Con lagañas y todo, alcancé a ver una caja de galletas en mi mesita. Y dije "aaaaaaaaaaw, mi mamá me regaló galletas". En eso entra mi mamá con una enorme sonrisa. "Ya ábrelo, te llegó desde antes, pero me pidieron que te lo diera hasta hoy". Y mergas, dije... ¿entonces no son galletas? Oh, decepción. Abrí la caja y descubrí un minino güero y los pétalos de unas flores que no hubieran llegado completas. Una carta, dibujitos pero especialmente, la esencia y el amor de una persona que yo amaba también bastante. En esta relación a distancia, los detalles fueron los que la hicieron llevadera. Aunque al final ganaron los kilómetros de separación (y el miedito a su papá), no puedo negar que me la pasé bien chingón y esa sorpresa al despertar, me arrancó las lagrimitias de emoción (cosa que ayudó a aflojar las lagañas, he de decir).
En 2005, caí en las estadísticas al pasar la noche en un hotelín. La verdad es que no recuerdo qué le regalé yo al otro César (no el segundo, pero sí ha sido el último), pero incluso mis lectores de muchos años pueden recordar qué me regaló él. Si no me hubieran tirado el blog anterior, les pondría el post que hice en esa ocasión, con foto del negligé que recibí (advertencia: no era una foto mía usando el negligé, sólo era la foto de la prenda, no piensen cosas). Recuerdo que negociamos esa noche de hotel, porque ese dinero yo se lo iba a prestar al muchacho para que pagara el registro de sus textos, pero decidió usarlos en la habitación 207 del Hotel Roosevelt. Llegamos, nos concentramos en la faena, terminó y después de sólo una ocasión, el muchacho se disponía a dormir; yo, decepcionada dije "mmmmmmta, ¿para esto gastamos lo de tus textos? No, pues para la próxima, mejor nos echamos el rapidín en el carro o en la azotea". Creo que esto le dolió en lo más profundo de su ego, porque me hizo calzar el negligé y después la que se quería dormir era yo, pero no me dejaron. Cargábamos fuerzas con chocolates que él me había regalado y seguimos all-night-long. Priceless.
No he vuelto a vivir un 14 de febrero memorable. Espero que el año próximo sea diferente, que esté lleno de fechas memorables, lo mismo que el resto de este año.
Así como el 30 de abril era una buena fecha para organizar algo para los niños de Coyuya, el 14 de Febrero era un buen pretexto para juntar a los amigos que habían dejado de serlo por una bobada y reforzar la amistad de todos.
Así crecimos en Coyuya, celebrando CADA fecha que el calendario nos permitía celebrar. Vaya, que Halloween y Día de Muertos los celebrábamos también, muy aparte.
Pero bueno, 14 de Febrero sí es una fecha especial para mí. Es como Navidad, como Día de la Independencia, como mi cumpleaños. Ya sé que en vísperas de mi cumpleaños no hay vendedores de chucherías por todas las calles, ni los medios nos bombardean con mensajes de "Porque el 27 de Septiembre es especial, compre amor, no lo regale". Ya sé, pero para mí es casi casi la misma gata.
Puedo ser EXTRA cursi o puedo tener detalles extras con mis amigos. Y esperar lo mismo a cambio. Uy y cuando hay novio, ¡agárrenme!
Recuerdo cariñosamente tres años en especial: 1995, 2004 y 2005.
En 1995, las maestras de la Escuela Secundaria María Montessori, se organizaron para llevarnos a festejar a La Feria, Chapultetrepo. Una semana antes, exactamente, yo le había dado el SÍ a César (el primero, mas no el último en mi triste vida), quien un día antes había "cortado" con mi amiga Megumi (si se puede cortar una relación en la que él se acercaba y ella se echaba a correr al baño, una de las razones por las que César y yo terminamos juntos). Por eso, ese día gané un novio y perdí una amiga. Bah... pero luego gané de vuelta a otra amiga... aash, como sea. El caso es que en toda esa semana César y yo andábamos nomás de manita sudada, no hubo besos ni apapachos (ni mucho más, no sean malpensados, yo apenas tenía 12 años, puercos). Total que César y yo anduvimos para todos lados juntitos y en la fila para subirnos al carrusel, me besó. Wow, mi mundo se volvió de otro color. No podía dejar de sonreir y aunque la relación se volvió escabrosa por muchas circunstancias, nunca olvidaré ese 14 de febrero en la Feria.
En 2004, abrí mis ojitos tarde, porque no tuve clases ese día. Con lagañas y todo, alcancé a ver una caja de galletas en mi mesita. Y dije "aaaaaaaaaaw, mi mamá me regaló galletas". En eso entra mi mamá con una enorme sonrisa. "Ya ábrelo, te llegó desde antes, pero me pidieron que te lo diera hasta hoy". Y mergas, dije... ¿entonces no son galletas? Oh, decepción. Abrí la caja y descubrí un minino güero y los pétalos de unas flores que no hubieran llegado completas. Una carta, dibujitos pero especialmente, la esencia y el amor de una persona que yo amaba también bastante. En esta relación a distancia, los detalles fueron los que la hicieron llevadera. Aunque al final ganaron los kilómetros de separación (y el miedito a su papá), no puedo negar que me la pasé bien chingón y esa sorpresa al despertar, me arrancó las lagrimitias de emoción (cosa que ayudó a aflojar las lagañas, he de decir).
En 2005, caí en las estadísticas al pasar la noche en un hotelín. La verdad es que no recuerdo qué le regalé yo al otro César (no el segundo, pero sí ha sido el último), pero incluso mis lectores de muchos años pueden recordar qué me regaló él. Si no me hubieran tirado el blog anterior, les pondría el post que hice en esa ocasión, con foto del negligé que recibí (advertencia: no era una foto mía usando el negligé, sólo era la foto de la prenda, no piensen cosas). Recuerdo que negociamos esa noche de hotel, porque ese dinero yo se lo iba a prestar al muchacho para que pagara el registro de sus textos, pero decidió usarlos en la habitación 207 del Hotel Roosevelt. Llegamos, nos concentramos en la faena, terminó y después de sólo una ocasión, el muchacho se disponía a dormir; yo, decepcionada dije "mmmmmmta, ¿para esto gastamos lo de tus textos? No, pues para la próxima, mejor nos echamos el rapidín en el carro o en la azotea". Creo que esto le dolió en lo más profundo de su ego, porque me hizo calzar el negligé y después la que se quería dormir era yo, pero no me dejaron. Cargábamos fuerzas con chocolates que él me había regalado y seguimos all-night-long. Priceless.
No he vuelto a vivir un 14 de febrero memorable. Espero que el año próximo sea diferente, que esté lleno de fechas memorables, lo mismo que el resto de este año.
6 comments:
JAJAJAJAJAJA!! la caja de galletas, YO LA RECUERDO!! uuy, y me acuerdo de otras cosas.......... JUAAAAAAAS.
También me acuerdo de tu cosa esa de encaje negro, jajajaj.
Qué pedorra, y tú burlandote de mis globos........ que boba yo de no acordarme de tus cursilerías, dejaaando que te mofaras de mi.
jajajaja, CÁLLATEEEEEEE!!!!
SABES DEMASIADO!!!
Y en ese caso, eras cómplice y todo lo sabías... ¡incluso antes que yo! Ash.
Creo que alguien estrenará zapatitos... de cemento, por saber demasiado!! p
naahh, Sir Irrelevante me convenció que es mejor el 45 de enero
Por desgracia tú también sábes mucho. Tal vez te caiga un hielote encima.
Ssssss, neta... el wey era tu novio y era "mi mejor" amigo, JUASNAUSJAUAJAUAJSJSDJJSA.
Bueno, bueno... mejor MUTE pq no sea que venga Chili y nos quiera acusar con Don Ramón.
Oye, por cierto.. andamos muy conectadas tú y yo... como que nos están pasando cosas "similares" últimamente.
Yo también ya mero hago mis maletas =)
Respecto a "eso", mi mamá asegura que Dios nos pone frente a nosotros a la gente adecuada para sobrellevar una pena o para celebrar.
Yo no digo que es Dios, pero sí digo que algo nos pone e el mismo camino.
románticamente (pero no te creas mana, no te estoy tirando el perro, pero sucede), dice Fobia que "abajo de este inmenso sol y de esta infinita expansión, el universo se formó para encontrarnos tú y yo".
Es más o menos lo mismo, pero diferente... ¿sí me eitsplico?
Yo ya compré mis calcetotas de lana, bien chidas, pa'l frío.
Don Simus, a mí me encantan los años bisiestos, pero me parece injusto que febrero nomás aspire a 29 días. Chale o sea, ni siquiera los normales 30... qué culerada gregoriana.
Pues yo creo que tu mamá tiene razón.
Prestame tu pantalón ese de la Yoga, para cuando llegue la borrasca no me raspe mis rodillitas (y para jugar en la arena, por supuesto).
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