Créanlo o no, jamás me escapé de la secundaria. Aunque hubiera querido, era imposible, porque cada mañana mi papá me iba a dejar a la escuela y no se iba hasta que me veía adentro. Incluso cuando me encontraba algún amigo afuera y nos quedábamos platicando, mi papá no me presionaba para que me metiera, a menos que ya estuvieran cerrando la puerta. Simplemente se quedaba ahí, sentado en el carro, inmutable, mirándome.
El primer año, no era mi papá quien me llevaba, sino el papá de mi entonces amiga y eterna vecina Megumi. Él sí nos decía siempre antes de bajarnos del carro "métanse ya!!". Y ahí íbamos, hechas la chingada pa'dentro. Lo culero era cuando tenía mi novio que estudiaba en otra escuela y llegaba en la mañana para saludarme y no podía quedarme a platicar con él. Entonces me metía y luego le rogaaaaaaba (así es, leyeron bien: le rogaba) a la maestra en la puerta, que me diera tantitito chance de salir a darme mis besos con mi novio bizco.
Luego, mi escuela era tan pequeñita, que no había dónde esconderse. Ya después, encontré un lugar, hasta arriba, del lado de los laboratorios, donde me trepaba a un tinaco, a escribirle versos de amor a Carlo Olmedo, mi amor de segundo de secundaria, hermano de Roxana, mi mejor amiga. Ahí me pasaba la hora de matemáticas, lo que me llevó a reprobar. No importaba que justificara mis faltas o las disfrazara de "reunión de coro". La cosa es que nunca aprendí las mates y ahora soy una bruta con los números, excepto con el sudoku, pero eso nada que ver con comprensión numérica.
Total que la primera vez que me fui de pinta, ni la disfruté. Fue en primero de prepa, con el Club de los perdedores. Si mal no recuerdo, íbamos como 10 en un bocho blanco. Afortunadamente en ese tiempo yo aun cabía en la cajuelitita del bocho... o sea, en la parte de atrás del asiento trasero, no vayan a creer que en donde se guarda la llanta de refacción. Bueno, les iba diciendo: íbamos Jorge, Andrés, Lanoli, Suelen (sin Pierre, de hecho era otra Suelen), Mauro y Adrián Malacara, Fabián, Renato Parra, no recuerdo quién más y yo. Neta... hay compañeros de la prepa que no recuerdo y hay otros que hasta sus apellidos me sé de memoria. En fin.
Fuimos a los Dínamos y yo juraaaaba que me iban a cachar. También a la prepa mi papá me iba a dejar y se esperaba a que me metiera, pero el de la puerta me dejaba salir a comprar café, si le llevaba uno. Así que esa mañana entre, esperé cinco minutos y me salí. A la vuelta del Péndulo, me esperaba ya Suelen, con el eterno Benson mentolado en la boca. Después fueron llegando los demás, hasta que llegó el dueño del carro y partimos a los Dínamos. Comimos ricas quesadillas y bebimos unas cervezas y luego subimos al cuarto dínamo o no sé cuál de todos, donde había unas ruinas que me parece ahora ya rehabilitaron.
El caso es que se compraron unos pulques y se los estaban tomando y en eso me esperé a que se descuidaran y me escondí. Cuando iban saliendo Fabián y Parra, les brinqué frente a ellos y los asusté tanto, que Fabián salió corriendo y Parra se mojó los pantalones... jajajaja, casi se hace pis, y digo casi, porque apenas fue una manchita que sólo una persona con fijación fálica como yo se daría cuenta. Eso fue lo único que me quitó por un rato la paranoia de que me iban a cachar.
No me cacharon. Tampoco la segunda ocasión. Pero la tercera, cuando ni siquiera fue pinta, sino que el puto de la puerta ya no me dejó entrar, en esa ocasión sí se armó la grande. Llamaron a mi mamá, porque encontraron mi mochila botada a medio camino del pasillo, yo no aparecía por ningún lado y el puuuuuuuto de la puerta nunca dijo "anda allá afuera.". Hijo de la rechingada... no me quedaron ganas de volver a irme de pinta... jajajajaj y pensar que apeas era mi primer año...
El primer año, no era mi papá quien me llevaba, sino el papá de mi entonces amiga y eterna vecina Megumi. Él sí nos decía siempre antes de bajarnos del carro "métanse ya!!". Y ahí íbamos, hechas la chingada pa'dentro. Lo culero era cuando tenía mi novio que estudiaba en otra escuela y llegaba en la mañana para saludarme y no podía quedarme a platicar con él. Entonces me metía y luego le rogaaaaaaba (así es, leyeron bien: le rogaba) a la maestra en la puerta, que me diera tantitito chance de salir a darme mis besos con mi novio bizco.
Luego, mi escuela era tan pequeñita, que no había dónde esconderse. Ya después, encontré un lugar, hasta arriba, del lado de los laboratorios, donde me trepaba a un tinaco, a escribirle versos de amor a Carlo Olmedo, mi amor de segundo de secundaria, hermano de Roxana, mi mejor amiga. Ahí me pasaba la hora de matemáticas, lo que me llevó a reprobar. No importaba que justificara mis faltas o las disfrazara de "reunión de coro". La cosa es que nunca aprendí las mates y ahora soy una bruta con los números, excepto con el sudoku, pero eso nada que ver con comprensión numérica.
Total que la primera vez que me fui de pinta, ni la disfruté. Fue en primero de prepa, con el Club de los perdedores. Si mal no recuerdo, íbamos como 10 en un bocho blanco. Afortunadamente en ese tiempo yo aun cabía en la cajuelitita del bocho... o sea, en la parte de atrás del asiento trasero, no vayan a creer que en donde se guarda la llanta de refacción. Bueno, les iba diciendo: íbamos Jorge, Andrés, Lanoli, Suelen (sin Pierre, de hecho era otra Suelen), Mauro y Adrián Malacara, Fabián, Renato Parra, no recuerdo quién más y yo. Neta... hay compañeros de la prepa que no recuerdo y hay otros que hasta sus apellidos me sé de memoria. En fin.
Fuimos a los Dínamos y yo juraaaaba que me iban a cachar. También a la prepa mi papá me iba a dejar y se esperaba a que me metiera, pero el de la puerta me dejaba salir a comprar café, si le llevaba uno. Así que esa mañana entre, esperé cinco minutos y me salí. A la vuelta del Péndulo, me esperaba ya Suelen, con el eterno Benson mentolado en la boca. Después fueron llegando los demás, hasta que llegó el dueño del carro y partimos a los Dínamos. Comimos ricas quesadillas y bebimos unas cervezas y luego subimos al cuarto dínamo o no sé cuál de todos, donde había unas ruinas que me parece ahora ya rehabilitaron.
El caso es que se compraron unos pulques y se los estaban tomando y en eso me esperé a que se descuidaran y me escondí. Cuando iban saliendo Fabián y Parra, les brinqué frente a ellos y los asusté tanto, que Fabián salió corriendo y Parra se mojó los pantalones... jajajaja, casi se hace pis, y digo casi, porque apenas fue una manchita que sólo una persona con fijación fálica como yo se daría cuenta. Eso fue lo único que me quitó por un rato la paranoia de que me iban a cachar.
No me cacharon. Tampoco la segunda ocasión. Pero la tercera, cuando ni siquiera fue pinta, sino que el puto de la puerta ya no me dejó entrar, en esa ocasión sí se armó la grande. Llamaron a mi mamá, porque encontraron mi mochila botada a medio camino del pasillo, yo no aparecía por ningún lado y el puuuuuuuto de la puerta nunca dijo "anda allá afuera.". Hijo de la rechingada... no me quedaron ganas de volver a irme de pinta... jajajajaj y pensar que apeas era mi primer año...
2 comments:
JAJAJA¡¡
No me imagino a la Bruja toda una niña ruda de secundaria¡¡¡¡
Ashhh yo si me iba de pinta pero con permiso de mis papas... o.o, sii que ÑOÑO y era "irme de pinta" a medias porque eran de aquellas veces que salías tempra y te ibas a Tlatelolco (en mi caso, y Tlate queda a 10 minutos de la secun donde iba)...
Nada IVOL -_-¡¡¡
Yo sólo me juí una vez, y fue horrible porque regresábamos de un evento de francés, y pos al bajar de la camionetita y mientras los maestros se metían, nos escurrimos y ya no entramos, la bronquísima fue que los maestros de francés nos acusaron, llamaron a mi madre, casi nos reprueban ¡HORROR, HORROR!
Lo chido de mi secú es que era enoooorme y en la nochesita, por ahí nos hacíamos perdedisos varios para aprender las cosas de la vida. ¡JA!
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